ASESINATO EN LA COCINA III
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ASESINATO EN LA COCINA III
hola, chicas, cúanto tiempo. no cocino mucho, pero sí sigo escribiendo y como se acerca halloween, os mando el enlace para descargar gratis la tercera entrega de las máquinas asesinas. también os dejo el comienzo para que abráis boca
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El ama tiró el cigarrillo que había estado fumando con absoluta compulsión al ver que los mismos que habían facturado con ella empezaban a moverse. Parecía que por fin iban a embarcar, después de tres horas de interminable espera. Por un momento imaginó de qué humor estarían sus máquinas, que habían tenido que ser facturadas debidamente embaladas y, por consiguiente, pasarían las diez horas de vuelo en la bodega, y sintió un escalofrío. Seguro que Chefo les hacía el viaje insoportable a las demás, eso si no iba algún perro o gato en la bodega, en cuyo caso, el ama no respondía.
Cruzó la sala de embarque a grandes zancadas. Estaba nerviosísima. Odiaba volar con toda su alma, le daba terror. Y esta vez no era moco de pavo la cosa, nada más y nada menos que cruzar el charco… insufrible. Y sin poder fumar ni tener a nadie con quién hablar. Se tomaría un valium, a ver si había suerte y dormía todo el viaje.
-Pero, querida señora… qué alegría verla de nuevo –Una agradable voz masculina interrumpió sus negativos pensamientos. El ama se giró y se quedó mirando la figura del hombre que hablaba, que se le hacía ligeramente familiar, aunque no sabía muy bien de qué.
-Hola –dijo por todo saludo -¿Nos conocemos?
El desconocido, un hombre de unos cincuenta años y con pinta de representante, sonrió afablemente.
-Vaya… ¿No me reconoce usted? Eso me satisface, quiere decir que la dieta ha sido efectiva. Soy el Inspector Tilla.
El ama abrió la boca de puro asombro. ¡Claro que se le hacía familiar! Sólo que el bonachón Inspector Tilla había adelgazado unos quince kilos, se había quitado el bigote de morsa y, pensó el ama con regocijo, se había teñido el pelo canoso de un castaño casi negro que denunciaba el uso de la química en varias leguas a la redonda.
-¿Cómo no me voy a acordar de usted, si me salvó la vida? –El ama estrechó con calor la mano que el inspector le tendía –Lo que pasa es que no le reconocía. Esta usted fenomenal, inspector. Ha rejuvenecido diez años.
-Mi mujer me obligó a elegir entre ella o mi barriga –bromeó el inspector –La verdad es que me ha venido muy bien. Verá –continuó en tono confidencial –nos hemos comprado un par de máquinas de esas… tanto trabajar con ellas, todo se pega. Y me han venido muy bien para el régimen bajo en grasas. Por cierto, se me hace raro verla aquí sin las suyas…
-Voy a la Riviera Maya al certamen de Cocina Internacional con Máquinas –contestó el ama -Represento a España.
-Lo sé –repuso el inspector sonriendo –Adivine quién va de encargado de la seguridad.
-¿Usted? Qué alegría me da –aplaudió el ama –Aunque esta vez no va a pasar nada ¿verdad? Ya me llegó con la última –se estremeció recordando el momento en que casi había sido asesinada, el año anterior, por su propia motosierra.
-Claro que no, mujer –contestó Tilla dándole una palmada en el hombro –No se preocupe. Como mucho, intentarán robar alguna máquina o algo así. No tema, Macario sigue a buen recaudo entre rejas –se echó a reír –Tiene gracia, lo han puesto a trabajar en la cocina de la prisión, y eso que sólo tiene una mano… ¡Y sin máquinas!
-Que se fastidie –contestó el ama con dureza.
El inspector la cogió por el codo.
-Vamos, pongámonos a la cola para embarcar. A ver si hay suerte y nos podemos sentar juntos.
***
-¡Desde luego, mira que meternos en la bodega! Qué cosa más horrible, qué ignominia, me quejaré a la compañía aérea en cuanto aterricemos –protestó Chefo dentro de su bolsa.
-Sí, mujer… se van a morir de risa cuando vean que una panificadora se sube al mostrador a protestar porque no ha hecho el viaje en business class, no te joroba… -Thermo se rió de su propia respuesta. Acababa de terminar la maniobra de despegue. Suspiró pensando que le quedaban diez interminables horas escuchando las protestas de Chefo y decidió tomárselo con paciencia. G ya estaba durmiendo, como siempre, y la nueva no decía ni pío. Claro que aún no tenía mucha confianza con ellas.
-Chefo, piensa en algo agradable, como en las playas de Cancún –sugirió Thermo.
-Sí, playas que no vamos a pisar –dijo Chefo –Soy una máquina ¿Qué pinto yo en la playa? ¿Oxidarme?
-Lo pasaremos muy bien con el ama, mujer –insistió Thermo.
-¡Pero si el ama sólo está pensando en la maldita amiga esa con la que se va a encontrar! No nos hará ni caso, ya verás…
La verdad era que el ama estaba como loca pensando en el encuentro con su amiga Karen, la mexicana que había conocido por Internet. Además del certamen oficial, había otras categorías para otras máquinas y la amiga del ama concursaba en el apartado Crock-pot. Iban a estar quince días juntas en Cancún y el ama esperaba el encuentro verdaderamente emocionada.
-Fry ¿vas bien? –preguntó la thermo amablemente a la nueva adquisición, una freidora sin aceite de última generación.
-Sí, gracias –contestó la aludida con un tono poco convincente.
-No sé por qué te preocupas por ella –rugió Chefo. Como siempre, Chefo no podía evitar sentir celos por las máquinas nuevas que se incorporaban a su hogar. Ya aceptar a Ness le había costado lo suyo, y eso que lo único que sabía hacer era café –Preocúpate por mí, que lo estoy pasando fatal.
-Mira el lado bueno… no tendrás que aguantar al gato –Thermo seguía intentando ver el lado positivo del asunto.
-Eso también es verdad –admitió la otra –Por cierto, ya podías cantarle algo al perro pulgoso que está ahí en la jaula, así nos divertiríamos un poco en el viaje.
Thermo suspiró por enésima vez. Qué largo se le iba a hacer aquel viaje… qué horriblemente largo.
***
Tras acabar de comer, el ama se metió un chicle de nicotina en la boca. Habría regalado sus máquinas a cambio de un pitillo.
-Hay mono ¿eh? –preguntó el inspector con simpatía.
-No lo sabe usted bien, odio volar, me pone nerviosísima, y no poder fumar ya es la puntilla. Lo siento por usted, pero dentro de un rato me doparé para dormir un poco, a ver si se me hace más corto.
-No se preocupe. Ahora cuénteme ¿Qué máquinas lleva para el concurso?
-Pues el certamen manda tres obligatorias: una panificadora, una olla programable y un multirrobot, así que me llevo a Chefo, a G y a Thermo, claro… -el inspector asintió –Y se puede llevar una cuarta libremente, al gusto de cada concursante, así que me llevo a Fry, la freidora que he comprado este año. Estoy bastante contenta con ella.
-¿Y posibilidades de ganar? Son quince participantes ¿no?
El ama se encogió de hombros.
-Sí. Quién sabe… Francia es un serio competidor, por supuesto, pero hay otros países con muy buen nivel también. No pienso en eso, ¿sabe? Bueno, usted ya tiene el plan del viaje y ya sabrá que no va a ser todo cocinar: nos van a llevar a conocer un montón de sitios, a hacer esnórkel, a las pirámides mayas y todo eso. En realidad, lo que más me apetece son unas vacaciones caribeñas en pleno otoño. Además me pilla lejos de casa, va a hacer un año que casi me hacen rebanadas y prefiero estar entretenida muy lejos, no sé si me entiende…
-Veo que aún le dura el trauma, amiga mía –contestó el inspector con simpatía.
-Sí –musitó ella –Creí que no lo contaba, se lo juro. ¿Sabe que nunca he sido capaz de decir nada en casa sobre el asunto? Me da la impresión de que si lo digo a alguien que no lo vivió, yo misma lo reviviré todo desde el principio y me volveré loca… cada vez que paso cerca de ese maldito polígono industrial empiezo a sudar el kilo.
-Bueno –contestó el inspector con su voz suave –Lo dicho, el malo ya está entre rejas y lo estará por mucho tiempo. Y además, teniendo a su gato, que es todo un héroe, está usted más que protegida.
-Ahora, si no le importa, voy a dormir un poco –repuso el ama metiéndose una pastilla en la boca y dándole un sorbo a su vaso de agua.
http://www.safecreative.org/work/1010077525398
El ama tiró el cigarrillo que había estado fumando con absoluta compulsión al ver que los mismos que habían facturado con ella empezaban a moverse. Parecía que por fin iban a embarcar, después de tres horas de interminable espera. Por un momento imaginó de qué humor estarían sus máquinas, que habían tenido que ser facturadas debidamente embaladas y, por consiguiente, pasarían las diez horas de vuelo en la bodega, y sintió un escalofrío. Seguro que Chefo les hacía el viaje insoportable a las demás, eso si no iba algún perro o gato en la bodega, en cuyo caso, el ama no respondía.
Cruzó la sala de embarque a grandes zancadas. Estaba nerviosísima. Odiaba volar con toda su alma, le daba terror. Y esta vez no era moco de pavo la cosa, nada más y nada menos que cruzar el charco… insufrible. Y sin poder fumar ni tener a nadie con quién hablar. Se tomaría un valium, a ver si había suerte y dormía todo el viaje.
-Pero, querida señora… qué alegría verla de nuevo –Una agradable voz masculina interrumpió sus negativos pensamientos. El ama se giró y se quedó mirando la figura del hombre que hablaba, que se le hacía ligeramente familiar, aunque no sabía muy bien de qué.
-Hola –dijo por todo saludo -¿Nos conocemos?
El desconocido, un hombre de unos cincuenta años y con pinta de representante, sonrió afablemente.
-Vaya… ¿No me reconoce usted? Eso me satisface, quiere decir que la dieta ha sido efectiva. Soy el Inspector Tilla.
El ama abrió la boca de puro asombro. ¡Claro que se le hacía familiar! Sólo que el bonachón Inspector Tilla había adelgazado unos quince kilos, se había quitado el bigote de morsa y, pensó el ama con regocijo, se había teñido el pelo canoso de un castaño casi negro que denunciaba el uso de la química en varias leguas a la redonda.
-¿Cómo no me voy a acordar de usted, si me salvó la vida? –El ama estrechó con calor la mano que el inspector le tendía –Lo que pasa es que no le reconocía. Esta usted fenomenal, inspector. Ha rejuvenecido diez años.
-Mi mujer me obligó a elegir entre ella o mi barriga –bromeó el inspector –La verdad es que me ha venido muy bien. Verá –continuó en tono confidencial –nos hemos comprado un par de máquinas de esas… tanto trabajar con ellas, todo se pega. Y me han venido muy bien para el régimen bajo en grasas. Por cierto, se me hace raro verla aquí sin las suyas…
-Voy a la Riviera Maya al certamen de Cocina Internacional con Máquinas –contestó el ama -Represento a España.
-Lo sé –repuso el inspector sonriendo –Adivine quién va de encargado de la seguridad.
-¿Usted? Qué alegría me da –aplaudió el ama –Aunque esta vez no va a pasar nada ¿verdad? Ya me llegó con la última –se estremeció recordando el momento en que casi había sido asesinada, el año anterior, por su propia motosierra.
-Claro que no, mujer –contestó Tilla dándole una palmada en el hombro –No se preocupe. Como mucho, intentarán robar alguna máquina o algo así. No tema, Macario sigue a buen recaudo entre rejas –se echó a reír –Tiene gracia, lo han puesto a trabajar en la cocina de la prisión, y eso que sólo tiene una mano… ¡Y sin máquinas!
-Que se fastidie –contestó el ama con dureza.
El inspector la cogió por el codo.
-Vamos, pongámonos a la cola para embarcar. A ver si hay suerte y nos podemos sentar juntos.
***
-¡Desde luego, mira que meternos en la bodega! Qué cosa más horrible, qué ignominia, me quejaré a la compañía aérea en cuanto aterricemos –protestó Chefo dentro de su bolsa.
-Sí, mujer… se van a morir de risa cuando vean que una panificadora se sube al mostrador a protestar porque no ha hecho el viaje en business class, no te joroba… -Thermo se rió de su propia respuesta. Acababa de terminar la maniobra de despegue. Suspiró pensando que le quedaban diez interminables horas escuchando las protestas de Chefo y decidió tomárselo con paciencia. G ya estaba durmiendo, como siempre, y la nueva no decía ni pío. Claro que aún no tenía mucha confianza con ellas.
-Chefo, piensa en algo agradable, como en las playas de Cancún –sugirió Thermo.
-Sí, playas que no vamos a pisar –dijo Chefo –Soy una máquina ¿Qué pinto yo en la playa? ¿Oxidarme?
-Lo pasaremos muy bien con el ama, mujer –insistió Thermo.
-¡Pero si el ama sólo está pensando en la maldita amiga esa con la que se va a encontrar! No nos hará ni caso, ya verás…
La verdad era que el ama estaba como loca pensando en el encuentro con su amiga Karen, la mexicana que había conocido por Internet. Además del certamen oficial, había otras categorías para otras máquinas y la amiga del ama concursaba en el apartado Crock-pot. Iban a estar quince días juntas en Cancún y el ama esperaba el encuentro verdaderamente emocionada.
-Fry ¿vas bien? –preguntó la thermo amablemente a la nueva adquisición, una freidora sin aceite de última generación.
-Sí, gracias –contestó la aludida con un tono poco convincente.
-No sé por qué te preocupas por ella –rugió Chefo. Como siempre, Chefo no podía evitar sentir celos por las máquinas nuevas que se incorporaban a su hogar. Ya aceptar a Ness le había costado lo suyo, y eso que lo único que sabía hacer era café –Preocúpate por mí, que lo estoy pasando fatal.
-Mira el lado bueno… no tendrás que aguantar al gato –Thermo seguía intentando ver el lado positivo del asunto.
-Eso también es verdad –admitió la otra –Por cierto, ya podías cantarle algo al perro pulgoso que está ahí en la jaula, así nos divertiríamos un poco en el viaje.
Thermo suspiró por enésima vez. Qué largo se le iba a hacer aquel viaje… qué horriblemente largo.
***
Tras acabar de comer, el ama se metió un chicle de nicotina en la boca. Habría regalado sus máquinas a cambio de un pitillo.
-Hay mono ¿eh? –preguntó el inspector con simpatía.
-No lo sabe usted bien, odio volar, me pone nerviosísima, y no poder fumar ya es la puntilla. Lo siento por usted, pero dentro de un rato me doparé para dormir un poco, a ver si se me hace más corto.
-No se preocupe. Ahora cuénteme ¿Qué máquinas lleva para el concurso?
-Pues el certamen manda tres obligatorias: una panificadora, una olla programable y un multirrobot, así que me llevo a Chefo, a G y a Thermo, claro… -el inspector asintió –Y se puede llevar una cuarta libremente, al gusto de cada concursante, así que me llevo a Fry, la freidora que he comprado este año. Estoy bastante contenta con ella.
-¿Y posibilidades de ganar? Son quince participantes ¿no?
El ama se encogió de hombros.
-Sí. Quién sabe… Francia es un serio competidor, por supuesto, pero hay otros países con muy buen nivel también. No pienso en eso, ¿sabe? Bueno, usted ya tiene el plan del viaje y ya sabrá que no va a ser todo cocinar: nos van a llevar a conocer un montón de sitios, a hacer esnórkel, a las pirámides mayas y todo eso. En realidad, lo que más me apetece son unas vacaciones caribeñas en pleno otoño. Además me pilla lejos de casa, va a hacer un año que casi me hacen rebanadas y prefiero estar entretenida muy lejos, no sé si me entiende…
-Veo que aún le dura el trauma, amiga mía –contestó el inspector con simpatía.
-Sí –musitó ella –Creí que no lo contaba, se lo juro. ¿Sabe que nunca he sido capaz de decir nada en casa sobre el asunto? Me da la impresión de que si lo digo a alguien que no lo vivió, yo misma lo reviviré todo desde el principio y me volveré loca… cada vez que paso cerca de ese maldito polígono industrial empiezo a sudar el kilo.
-Bueno –contestó el inspector con su voz suave –Lo dicho, el malo ya está entre rejas y lo estará por mucho tiempo. Y además, teniendo a su gato, que es todo un héroe, está usted más que protegida.
-Ahora, si no le importa, voy a dormir un poco –repuso el ama metiéndose una pastilla en la boca y dándole un sorbo a su vaso de agua.
Re: ASESINATO EN LA COCINA III
fely escribió: morgana despues de tanto tiempo es agradable tus historias
intentaré entrar más y COCINAR
Re: ASESINATO EN LA COCINA III
me alegra leerte Y además poder disfrutar de tus historias. Yo tampoco entro allí en tecno, haber si me pongo un poco las pilas y cuelgo alguna que otra receta, que como tengo muchos frentes abiertos y el día solo tiene 24 horas, pues no me cunde para todo
por compartirlo con nosotros.
Muchos
por compartirlo con nosotros.
Muchos
Re: ASESINATO EN LA COCINA III
Morgana, me alegro de verte de nuevo por aquí ahora a compartir tus historias y tus recetas
anto- Cantidad de envíos : 2443
Fecha de inscripción : 06/03/2009
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